lunes, 14 de noviembre de 2011

EL MEJOR REGALO DEL MUNDO

Carlitos estaba muy contento esa mañana porque era su cumpleaños. Cumplía diez años y su padre le había prometido que cuando volviera de trabajar en la mina le daría su regalo. Estaba seguro de que sería algo especial; siempre lo era.
El reloj marcaba las tres de la tarde cuando sonó el teléfono. A esa hora su padre ya debería estar en casa, por lo que Carlitos corrió a descolgar seguro de que era él quien llamaba para darle algún tipo de sorpresa. Pero al otro lado de la línea la voz que escuchó no era la esperada, si no la de un hombre con voz ronca y seria que preguntaba por su madre. Desilusionado y cabizbajo le pasó el teléfono y se sentó de nuevo a la mesa a esperar que su padre llegara. Sin que Carlitos supiera el porqué, su madre se quedó inmóvil con el teléfono en la mano sin decir nada. Miró a Carlitos con cara de desolación y se dejó caer en una silla a la vez que el auricular se le caía de las manos precipitándose violentamente contra el suelo. Carlitos se asustó y corrió rápidamente junto a su madre, que le abrazó con fuerza mientras rompía a llorar.
Aquella mañana el padre de Carlitos había sufrido un desafortunado accidente y todavía no sabían si estaba vivo o muerto. La vieja mina donde se encontraba trabajando había sufrido un desprendimiento y estaban haciendo todo lo posible por rescatar a los mineros que habían quedado atrapados, entre los que se encontraba su padre.
Salieron corriendo de casa y se dirigieron al lugar del accidente. Al llegar al final del trayecto Carlitos no pudo evitar ponerse nervioso. Aquel lugar estaba lleno de gente; bomberos, policía, ambulancias, otros mineros... pero ninguna de aquellas personas eran conocidas para él. Carlitos solo intentaba vislumbrar de entre todo aquel bullicio de gente la figura de su padre; miraba cada rostro con una ansiedad patente intentando distinguir el suyo. Uno de aquellos mineros que se encontraban en la zona se acercó a su madre con cara de abatimiento y le dijo algo que él no alcanzó a escuchar, pero que la deprimió todavía más. Viendo el rostro desencajado de su madre y la tensión que invadía todo aquel lugar Carlitos comenzó a entender que algo malo había pasado y que su padre no iba aparecer con su tan esperado regalo. Se puso muy triste. Se quedó pensativo por un momento y luego se abrazó fuertemente a su madre diciendo: <<¡El único regalo de cumpleaños que quiero es ver a mi papa y que esté bien!>>. Su madre le miró sorprendida e intentó contener las lágrimas para no preocupar más al niño, pero sus ojos no eran capaces de ocultar un gran desconsuelo.
Pasaban los minutos sin que Carlitos alcanzara a ver algo más que a gente corriendo de un lado para otro gritando y llorando. De pronto alguien llamó a su madre. Instintivamente y sin dudar en lo que debía de hacer, ella le cogió de la mano y corrió hacia las ambulancias. Según se iban acercando a la muchedumbre que rodeaba la zona de vehículos reconoció un rostro inconfundible para él; el de su padre. Estaba tendido sobre una camilla y lo metían en una ambulancia. Su madre corrió hacia él y lo abrazó con fuerza. Aunque tenía diversas heridas y era patente su agotamiento hizo un gran esfuerzo y consiguió girar la cabeza para ver a su hijo y felicitarle el cumpleaños. Carlitos le sonrió y dijo; <<¡Tengo el mejor regalo del mundo; a mi papa!!>>.

1 comentario:

  1. Este relato es muy sencillo y breve, pero que intenta transmitir una idea sencilla; el cariño de un niño por su padre.

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